Patrimonio y enseres

La Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Esperanza es una corporación de carácter público dentro de la Iglesia Católica, cuyos orígenes se remontan posiblemente a finales del siglo XVI como así se hace constar en los documentos que conserva de mayor antigüedad y que datan de mediados del siglo XVII: «[…] siendo costumbre antigua en este lugar de La Roda, término y jurisdicción de la Villa de Estepa, de hacerse una procesión en que salía el paso e imagen de Jesús Nazareno […] y porque no se perdiese tan santa obra y procesión, se juntaron muchos vecinos de este lugar […] haciendo entre todos un número de treinta y dos vecinos y hermanos de la Hermandad del Dulcísimo Nombre de Jesús […]». Desde entonces esta Hermandad ha convivido con un sin fin de acontecimientos sociales. Una apasionante historia de cuatro siglos con sus altibajos, períodos de decadencias, crisis y penurias, pero también de abundancias y de etapas álgidas. Como punto de partida nos puede aportar datos en primera persona sobre el Siglo de Oro español, el Barroco, período en el que los vecinos de La Roda de Andalucía deciden rendirle culto al Señor, Jesús Nazareno, hasta nuestros días.

Aunque no son demasiado explícitos los archivos documentales de la Corporación, arrojan los suficientes datos para entender episodios como la Guerra de la Independencia (1808-1814) en los que deja bastante claro que la Hermandad pierde todos sus enseres; o la Guerra Civil (1936), conflicto que puso fin a la II República (1931-1936), un período de cinco años marcado por los altercados en los que la Corporación ve mermada su actividad religiosa, sintiéndose obligada a restringir sus cultos, a anular la Estación de Penitencia durante algunos años y de nuevo pierde todos sus bienes. Los objetos de valor que se encontraban en el camarín fueron robados, las tallas de San Juan Bautista y de la Verónica quemadas; corriendo mejor suerte la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno que afortunadamente se salvó gracias a que fue escondida. Ya a mediados del siglo XX la actividad de la Cofradía está nuevamente normalizada y comienza a adquirir patrimonio, el cual supone la mayor parte del que actualmente se conserva. Una etapa de grandes cambios en la que empieza a configurar su estética de “cofradía popular” y “alegre” en la calle, quedando depurada en los años noventa, en los que experimentó un auge en todos sus ámbitos con la aparición del fenómeno denominado Religiosidad Popular.

A lo largo de su intensa historia ha ido conformando un conjunto de objetos de culto que en su mayoría, con el ir y venir de los acontecimientos, se han destruido o han sido sustraídos llegando hasta nosotros un reducido número de Bienes que, por unas u otras circunstancias, se han conservado afortunadamente. En forma de ciclo vital la Hermandad ha perdido todos sus enseres y ha vuelto a reponerlos constantemente con el paso del tiempo. El conjunto patrimonial que se conserva en la actualidad posee un indudable valor histórico, artístico, material y cultural importante, de gran variedad de fechas de ejecución, estilos, autorías, escuelas y materiales compositivos, convertido en un buen referente de las distintas ramas de la artesanía y del arte.

Teniendo en cuenta la fecha de ejecución de cada una de las piezas, se observa que la segunda mitad del siglo XX ocupa un gran protagonismo, ya que en él se gestan la gran mayoría de los Bienes que se custodian en la Hermandad como reflejo de la estabilidad política, el apoyo que las cofradías reciben por parte del régimen franquista y su posterior apogeo en el reinado de Juan Carlos I y, por supuesto, de la bonanza económica que experimenta la sociedad en general (y en particular la Cofradía), sobre todo en las décadas de los años 80 y 90. En estos años se obtienen terrenos, se edifica la Casa de Hermandad en 1984, se estrenan las caídas del palio en 1986, y cinco años más tarde se encarga la factura del paso para el Señor, adquisiciones que a pesar de su alto coste fueron realizadas en muy corto espacio de tiempo sin olvidar que se sufragaron íntegramente por hermanos y devotos. Son los proyectos de mayor envergadura conservados en la actualidad, sin embargo, las obras con más valor artístico son las ejecutadas en el denominado Siglo de Oro español, el Barroco, como son las tallas de Nuestro Padre Jesús Nazareno (cabeza y manos) y del Niño Jesús; o el elegante retablo central que reviste el camarín donde se albergan a los sagrados titulares de esta Hermandad, todos del siglo XVIII. Incrementan su valor histórico y cultural al tratarse de obras que sobrevivieron a los acontecimientos ocurridos durante la Guerra de la Independencia, II República y Guerra Civil anteriormente descritos, llegando a convertirse en piezas únicas en la localidad, mientras que su valor artístico se incrementa debido a su autenticidad estilística, ya que pertenecen al período artístico que representan.

El siglo XIX es poco significativo en este aspecto ya que son muy escasas las piezas que se  conservan de esta fecha en la Hermandad. Como curiosidad hay que destacar que la mayoría de ellas han llegado a la Corporación a partir de la segunda mitad del siglo XX, siendo adquiridas a otras cofradías, o a través de donaciones, algo muy usual en las piezas del apartado de Joyería.

Como se ha señalado anteriormente, el siglo XX es crucial para la colección existente, ya que  pertenecen a esta época casi la totalidad de las piezas. Algunas de éstas fueron elaboradas con materiales del siglo anterior, por ejemplo, la saya de brocado de seda negra y oro.

En el presente se continúa con la labor de ampliar el conjunto artístico, pero lo más importante es la concienciación de su correcta conservación. La mejor muestra de ello es el trabajo de catalogación y conservación en el que todos los responsables del patrimonio corporativo se están involucrados intensamente aportando datos y poniendo a disposición todas las piezas para su estudio e intervención cuando es necesario. En definitiva las necesidades que la Hermandad presenta en cuanto al culto se refiere están casi cubiertas, ya que sus pasos y altares de culto están muy completos, y son muy pocos los enseres básicos que necesita.

Los autores más significativos por el volumen de obras realizadas en cada uno de los apartados en los que se encuentra clasificado el patrimonio de esta Hermandad y Cofradía son: atribución al círculo de Andrés Carvajal y don Antonio Castillo Jarén en la escultura; Hijos de Elena Caro, don Jesús Rosado Borja, Convento de las Mercedarias de Sevilla y Convento de las Carmelitas de Jerez de la Frontera en Bordado; Orfebrería Villarreal en Orfebrería; y don Antonio Fernández en talla y dorado.

Tradicionalmente los enseres de esta Cofradía se han conservado en casas particulares de los hermanos, como por ejemplo las de las familias Camarero-Delgado o González-del Pozo (ambas custodias en el siglo XX), hasta que en 1984 se construye la Casa de Hermandad y se habilitan algunas estancias para salvaguardarlos. Llegado a este punto hay que destacar la influencia que tuvo en este aspecto don Manuel del Pozo, nombrado Hermano Honorario como reconocimiento a su intensa y fructífera labor dentro de la Corporación al frente de diferentes cargos como por ejemplo el de prioste. Siempre con el objetivo de recuperar el patrimonio, consiguió un completísimo ajuar para los titulares, cuidándolo y dando prioridad a las necesidades que, obedeciendo a su buena intención, vio oportunas en cada momento, y demostró reiteradamente su cariño hacia sus sagradas imágenes consiguiendo que éstos recibieran un culto digno a pesar de los escasos recursos existentes en la época.

Reconocida es la labor de mecenazgo de los Señores Marqueses de Estepa en el siglo XVIII, en cambio, los principales donantes y benefactores que encontramos a lo largo del siglo XX hasta el presente son los propios hermanos y devotos que con su empeño y esfuerzo, movidos por la Fe, han conseguido un patrimonio con un valor histórico, artístico y cultural bastante importante, ejemplo de la expresión más popular de una sociedad.

Entre las piezas de mayor valor histórico-artístico se encuentran la talla en madera del Niño Jesús del siglo XVIII, representado triunfante sobre una peana que recrea una nube con cabezas de querubines, decorada ricamente con panes de oro de ley y delicadas policromías. No deja de ser una pieza que despierta gran interés debido a su historia material y a que se trata de las más antiguas conservadas por nuestra Corporación. Esta imagen cuenta en su ajuar con interesantes conjuntos de ropas y zapatos con tejidos de muy diversa tipología, entre los que destaca el bordado en oro y diminutas lentejuelas, posiblemente coetáneo a la imagen del Niño.

Del ajuar del Señor son significativas las dos túnicas de terciopelo morado ricamente ornamentadas con bordados de realce en oro, los dos juegos de potencias y el juego de gemelos pasantes de manga de camisa realizados en Oro Ley que llevan engarzadas dos monedas de un valor de ½ Escudo acuñadas en 1783 bajo el reinado de Carlos III. Sus cecas pertenecen a Madrid y Sevilla y tienen un diámetro de 15 mm. En su anverso aparece el busto del Rey y a su alrededor la inscripción «CAROL·III·D·G·HISP·R·1783» –Carlos III por la gracia de Dios–, y en su reverso un escudo cuartelado de castillos y leones, con escusón en el centro con tres flores de lis en su interior, con ceca a la izquierda y ensayador a la derecha, todo rodeado por el toisón de oro –máxima condecoración de la Orden de Carlos III–.

La Santísima Virgen de la Esperanza cuenta con saya de tisú de plata con bordado de realce y sedas de color y manto de terciopelo verde bordado en oro con encaje de hojilla en todo su perímetro. Importante es también el conjunto de encajes para el rostro y pañuelos, ambos de blonda de Bruselas y de hojilla de oro ley que utiliza como aderezo habitual.